jueves, 29 de octubre de 2015

Recuperación de Lectura

La noche de los feos 
 Mario Benedetti 

Lea atentamente el siguiente relato.

Ambos somos feos. Ni siquiera vulgarmente feos. Ella tiene un pómulo hundido. Desde los ocho años, cuando le hicieron la operación. Mi asquerosa marca junto a la boca viene de una quemadura feroz, ocurrida a comienzos de mi adolescencia.

Tampoco puede decirse que tengamos ojos tiernos, esa suerte de faros de justificación por los que a veces los horribles consiguen arrimarse a la belleza. No, de ningún modo. Tanto los de ella como los míos son ojos de resentimiento, que sólo reflejan la poca o ninguna resignación con que enfrentamos nuestro infortunio. Quizá eso nos haya unido. Tal vez unido no sea la palabra más apropiada. Me refiero al odio implacable que cada uno de nosotros siente por su propio rostro.

Nos conocimos a la entrada del cine, haciendo cola para ver en la pantalla a dos hermosos cualesquiera. Allí fue donde por primera vez nos examinamos sin simpatía pero con oscura solidaridad; allí fue donde registramos, ya desde la primera ojeada, nuestras respectivas soledades. En la cola todos estaban de a dos, pero además eran auténticas parejas: esposos, novios, amantes, abuelitos, vaya uno a saber. Todos -de la mano o del brazo- tenían a alguien. Sólo ella y yo teníamos las manos sueltas y crispadas.

Nos miramos las respectivas fealdades con detenimiento, con insolencia, sin curiosidad. Recorrí la hendidura de su pómulo con la garantía de desparpajo que me otorgaba mi mejilla encogida. Ella no se sonrojó. Me gustó que fuera dura, que devolviera mi inspección con una ojeada minuciosa a la zona lisa, brillante, sin barba, de mi vieja quemadura.

Por fin entramos. Nos sentamos en filas distintas, pero contiguas. Ella no podía mirarme, pero yo, aun en la penumbra, podía distinguir su nuca de pelos rubios, su oreja fresca bien formada. Era la oreja de su lado normal.

Durante una hora y cuarenta minutos admiramos las respectivas bellezas del rudo héroe y la suave heroína. Por lo menos yo he sido siempre capaz de admirar lo lindo. Mi animadversión la reservo para mi rostro y a veces para Dios. También para el rostro de otros feos, de otros espantajos. Quizá debería sentir piedad, pero no puedo. La verdad es que son algo así como espejos. A veces me pregunto qué suerte habría corrido el mito si Narciso hubiera tenido un pómulo hundido, o el ácido le hubiera quemado la mejilla, o le faltara media nariz, o tuviera una costura en la frente.

La esperé a la salida. Caminé unos metros junto a ella, y luego le hablé. Cuando se detuvo y me miró, tuve la impresión de que vacilaba. La invité a que charláramos un rato en un café o una confitería. De pronto aceptó.

La confitería estaba llena, pero en ese momento se desocupó una mesa. A medida que pasábamos entre la gente, quedaban a nuestras espaldas las señas, los gestos de asombro. Mis antenas están particularmente adiestradas para captar esa curiosidad enfermiza, ese inconsciente sadismo de los que tienen un rostro corriente, milagrosamente simétrico. Pero esta vez ni siquiera era necesaria mi adiestrada intuición, ya que mis oídos alcanzaban para registrar murmullos, tosecitas, falsas carrasperas. Un rostro horrible y aislado tiene evidentemente su interés; pero dos fealdades juntas constituyen en sí mismas un espectáculos mayor, poco menos que coordinado; algo que se debe mirar en compañía, junto a uno (o una) de esos bien parecidos con quienes merece compartirse el mundo. 

Nos sentamos, pedimos dos helados, y ella tuvo coraje (eso también me gustó) para sacar del bolso su espejito y arreglarse el pelo. Su lindo pelo.

"¿Qué está pensando?", pregunté.

Ella guardó el espejo y sonrió. El pozo de la mejilla cambió de forma. "Un lugar común", dijo. "Tal para cual".

Hablamos largamente. A la hora y media hubo que pedir dos cafés para justificar la prolongada permanencia. De pronto me di cuenta de que tanto ella como yo estábamos hablando con una franqueza tan hiriente que amenazaba traspasar la sinceridad y convertirse en un casi equivalente de la hipocresía. Decidí tirarme a fondo.

"Usted se siente excluida del mundo, ¿verdad?"

"Sí", dijo, todavía mirándome.

"Usted admira a los hermosos, a los normales. Usted quisiera tener un rostro tan equilibrado como esa muchachita que está a su derecha, a pesar de que usted es inteligente, y ella, a juzgar por su risa, irremisiblemente estúpida."

"Sí."

Por primera vez no pudo sostener mi mirada. "Yo también quisiera eso. Pero hay una posibilidad, ¿sabe?, de que usted y yo lleguemos a algo."

"¿Algo cómo qué?"

"Como querernos, caramba. O simplemente congeniar. Llámele como quiera, pero hay una posibilidad."

Ella frunció el ceño. No quería concebir esperanzas. 

"Prométame no tomarme como un chiflado."

"Prometo."

"La posibilidad es meternos en la noche. En la noche íntegra. En lo oscuro total. ¿Me entiende?" 

"No."

"¡Tiene que entenderme! Lo oscuro total. Donde usted no me vea, donde yo no la vea. Su cuerpo es lindo, ¿no lo sabía?"

Se sonrojó, y la hendidura de la mejilla se volvió súbitamente escarlata.

"Vivo solo, en un apartamento, y queda cerca."

Levantó la cabeza y ahora sí me miró preguntándome, averiguando sobre mí, tratando desesperadamente de llegar a un diagnóstico.

"Vamos", dijo.

No sólo apagué la luz sino que además corrí la doble cortina. A mi lado ella respiraba. Y no era una respiración afanosa. No quiso que la ayudara a desvestirse.

Yo no veía nada, nada. Pero igual pude darme cuenta de que ahora estaba inmóvil, a la espera. Estiré cautelosamente una mano, hasta hallar su pecho. Mi tacto me transmitió una versión estimulante, poderosa. Así vi su vientre, su sexo. Sus manos también me vieron.

En ese instante comprendí que debía arrancarme (y arrancarla) de aquella mentira que yo mismo había fabricado. O intentado fabricar. Fue como un relámpago. No éramos eso.

No éramos eso. Tuve que recurrir a todas mis reservas de coraje, pero lo hice. Mi mano ascendió lentamente hasta su rostro, encontró el surco de horror, y empezó una lenta, convincente y convencida caricia. En realidad mis dedos (al principio un poco temblorosos, luego progresivamente serenos) pasaron muchas veces sobre sus lágrimas.

Entonces, cuando yo menos lo esperaba, su mano también llegó a mi cara, y pasó y repasó el costurón y el pellejo liso, esa isla sin barba de mi marca siniestra.

Lloramos hasta el alba. Desgraciados, felices. Luego me levanté y descorrí la cortina doble. FIN

ACTIVIDAD

Presentar en hoja examen, con caligrafía y ortografía. Sustentar durante la clase de la semana del 3 al 6 de noviembre. 

1. Consultar la biografía de Mario Benedetti. 
2. ¿Cuáles son las características de los géneros literarios? 
3. ¿A qué género literario pertenece el anterior relato? ¿Por qué?
4. ¿Cuál es el tema de la historia y cuál es la relación con el título? 
5. ¿Qué quiere transmitir el autor en esta historia? 
6. Describa uno de los dos personajes y justifique su opinión. 
7. Describa brevemente la trama de la historia.
8. Haz un corto ensayo sobre el tema: La belleza. (20 renglones) 
                 



domingo, 25 de octubre de 2015

ACTIVIDAD DE RECUPERACIÓN Y NIVELACIÓN GRADO ONCE 2015

Ejercicio anual de evaluación y refuerzo de LENGUAJE grado 11
Profesor: Javier Torres 
Presentar en hojas examen con caligrafía y ortografía. SUSTENTAR en la clase de la semana de 3 a 6 de noviembre. Trabajos incompletos no se reciben. 

1. Escribe diez sustantivos colectivos, diez comunes femeninos en plural, diez propios, diez concretos y diez abstractos.
2. Escribe cinco pronombres demostrativos, diez personales, cinco indefinidos, cinco relativos y cinco cuantitativos.
3. Escribe cuatro oraciones con artículos definidos, cuatro con artículos indefinidos y subráyalos.
4. Escribe diez oraciones con adjetivos y subráyalos en cada oración.
5. Escribe diez adverbios de lugar y diez de tiempo.
6. Escribe cinco oraciones con interjecciones.
7. Conjugue los verbos reír, vestir, poner, caber y poder así: • Reír en segunda persona plural del pasado • Vestir primera persona plural del futuro • Poner, caber y poder en pasado, presente y futuro con yo, tu, el, nosotros, ustedes, ellos.
8. Escribe un párrafo utilizando 15 preposiciones diferentes y subráyelas.
9. Escribe cuatro oraciones con conjunciones y subráyelas.
10. Escriba diez figuras literarias y un ejemplo de cada una.
11. Escriba el argumento de “LA ILÍADA” y de “LA ODISEA”
12. ¿Qué es la Epopeya?
13. Escriba diez parejas de palabras homófonas que empiecen con B y diez Con V
14. mencione diez dioses griegos
15. Escriba el argumento de la obra “LA DIVINA COMEDIA”
16. ¿Qué es El Renacimiento?
17. Mencione cinco “tips” para realizar una excelente exposición.
18. Escribe los personajes principales, lugares, temas, argumento y autor de Scorpio City.
19. ¿Cuáles son los géneros literarios?
20. Escriba cinco palabras agudas con tilde y cinco sin tilde. Escriba cinco palabras graves con tilde y cinco sin tilde. Escriba cinco oraciones con palabras esdrújulas y subráyelas Escriba cinco oraciones con palabras sobreesdrújulas y subráyalas
21. ¿Qué es un mito y que es una leyenda?
22. Mencione cinco clases de novelas.
23. ¿Qué es prefijo, lexema y sufijo?, escribe ejemplo de cada uno.
24. ¿Qué son los conectores?, escriba diez ejemplos de conectores.
25. ¿Qué es el vanguardismo?
26. Mencione cinco movimientos literarios vanguardistas.
27. ¿Qué es prosa y que es verso?
28. ¿Qué es acento prosódico y acento ortográfico?
29. ¿Qué es el acento diacrítico? .Escriba ejemplos.
30. ¿Qué es sintagma nominal y sintagma verbal? Escriba ejemplos.
31. ¿Qué es El Existencialismo?
32. ¿Qué es el ensayo?
33. Escriba un corto ensayo. Tema: ¿Por qué es importante el lenguaje? (Mínimo 20 renglones)